viernes, 1 de noviembre de 2013

Cerrando ciclos, la belleza del cambio

Desde pequeña siempre me he identificado con el Ave Fénix, supongo que entre el divorcio de mis padres, mudanzas, la adopción, el paso por diferentes escuelas y el bullying los cambios bruscos y dolorosos adquirieron un atributo mágico en mi mente infantil. Adoraba leer y releer la historia de la mítica ave que moría sólo para renacer de sus cenizas. También llegué a verla reflejada en el Pájaro de fuego de los cuentos infantiles rusos así como en el Ave de trueno de los nativos estadounidenses. Ese simbolismo de resiliencia me parecía una respuesta lógica al dolor emocional que sentía en ese entonces. Me parecía como si me envolviera, me agobiaba, no podía evitarlo o detenerlo, era destructor como el fuego. Pero si ese pajarillo podía dejarse consumir sólo para renacer fortalecido entonces yo también era capaz de hacerlo. Además, el fuego me gustaba, recuerdo que a veces mi abuela tenía que esconderme las cajas de cerillos porque podía quedarme viendo la flama de uno hasta que me quemaba los dedos, luego encendía otro y así sucesivamente. Incluso ahora como adulta siempre veo al fuego como las viejas civilizaciones lo reflejaban en su mitología, una dualidad hermosa y cruel: lo mismo destruye que alimenta la vida y alumbra la oscuridad. 

Años después, cuando me volví aficionada a la Ciencia Ficción y el que se convertiría en uno de mis libros favoritos de siempre cayó en mis manos, hallé unos versos que reflejaban  exactamente lo que el Fénix significa para mí. El texto en cuestión es Dune de Frank Herbert y el fragmento es la letanía de la Orden Bene Gesserit contra el miedo. Dice lo siguiente:

El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá dónde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo.



Mi madre una vez me acusó de ser una persona que "quema naves" con extrema facilidad. La frase, según me explicó, se debe a Alejandro Magno, quien al llegar a la costa de Fenicia, notó que los soldados enemigos triplicaban en número a sus tropas. Entonces, se dio cuenta de que sus hombres estaban  atemorizados, sin esperanza y carentes de fe alguna en la victoria. Alejandro comprendió que serían derrotados si no lograba que sus soldados dejaran de asumir la derrota. Una vez que desembarcaron, mandó incendiar todos los barcos. Luego, le dijo a sus tropas que sino ganaban  para capturar los barcos enemigos, jamás volverían a ver a sus seres queridos. Gracias a tan radical acción el gran conquistador y sus seguidores salieron avantes. 

Creo que no soy tan radical como Alejadro el Grande, pero es cierto que a veces simplemente toco fondo y decido que la única forma de arreglar la situación es un cambio drástico (así como dejarme arder emulando al Fénix). Ese tipo de ansiedad me llevó a decidir que quería dejar mi amada Ciudad de México para mudarme a Guadalajara y probar suerte. De eso hace ya tres años y medio, me ha ido muy bien y aunque extraño horrores a mi familia y amigos, me aseguro de visitarlos lo más seguido posible. Creo que la vida me ha enseñado como hacer las pases con el pasado, el secreto es conservar todo lo bueno y soltar aquello que sea una carga inútil, emocionalmente hablando.

En el fondo todos llegamos a estar tan asustados como las tropas del macedonio, así que necesitamos un empujón de cuando en cuando. A menudo, cambiar implica dejar atrás lo que nos parece seguro para buscar algo nuevo que podría salirnos mal. Yo siempre siento un miedo horrible antes de dar un salto de fe, de ese que atenaza. En esos momentos recuerdo como el Fénix nunca teme consumirse porque sabe que la mejor forma de enfrentar el miedo es aceptarlo, dejar que te invada, renacer y demostrarle como ya no tiene poder alguno sobre ti.

Siempre que necesito cerrar un ciclo en mi vida, vuelvo a ser esa niñita asustada que leía sobre el Fénix y soñaba con esa mágica capacidad para regenerarse, reconstruirse desde las cenizas sin importar el daño. Entonces sonrío con fuerza, me siento reconfortada y valiente porque justo ese miedo y ese dolor construyeron las alas con las que vuela la mujer que soy ahora. Todo aquello se ha vuelto hermoso en mí mente, eso es lo más reconfortante, la certeza de que dentro de unos años veré cuántas veces me regeneré sin resentimiento alguno, sino como bellas lecciones. 

Imágen:
Phoenix por brandrificus en Deviantart

2 comentarios:

  1. Amiga Querida
    A ti te han acusado de quemar naves, a mí de ser inconstante y de dejar cosas sin terminar. Cuando cumplí 30 años, leí un articulo que decía que a esa edad la gente hacia grandes cambios en su vida y aprendía nuevos skills. Efectivamente, yo dejé mi doctorado, pero saqué un nuevo posgrado. Comencé a trabajar en un área totalmente diferente a la docencia, inicie mi vida sexual, aprendí a cocinar, explore la medicina homeopática y aprendí a usar remedios naturales y a fabricar cosméticos naturales y hasta desarrollé aptitudes para el dibujo. Sin embargo para mis padres yo era una fracasada, porque ellos a los 25 tenían una familia formada y habían decidido lo que serian para siempre Con el tiempo descubrí que mis padres también habían hecho grandes cambios, que la tal familia era una ilusión y que los cambios que habían reprimido los afectaron negativamente y rebotaron en sus hijos. La más importante aprendí que el ser humano para realizarse totalmente tiene que reinventarse cada cierto tiempo, de ahí tu metáfora del Ave Fénix.
    Scarlett, te aplaudo y te acompaño en tu nuevo renacer, que sigas disfrutando de esta etapa, que dure mucho y te traiga mucha felicidad. Eres una sobreviviente nata, pero lo que me alegra más es que en cada renacer sigues siendo compasiva, noble y una maravillosa amiga. Que sigas siendo siempre tan linda, útil y estés donde se te necesita como el Fawkes de Dumbledore

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    1. Lo que quemar naves era lo más elegante, eso de ser inconstante y de dejar cosas sin terminar también me lo han aplicado. Pero amiga, me haces un gran honor al decir cosas tan lindas de mí. Sabes que te adoro y eres muy importante para mí. Un abrazo enorme.

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