jueves, 2 de octubre de 2008

La muerte de un cubo Rubik


Era un día lluvioso, de esos ideales pra reflexionar, y reflexionar era lo que el cubo hacía. A lo largo de su vida había pasado ya por muchas manos, bueno, después de todo para eso estaba hecho. Miles de memorias gratas,y otras que no lo eran tanto, reclamaron su atención.

Lo había "resuelto" el tramposo de la familia, primero lo desarmó con mucho cuidado y luego colocó de nuevo las piezas en el orden correcto, el cubo ni se quejó (la gente tiene esa idea errónea sobre los sentimientos inexistentes de las cosas inanimadas, así pues, ¿Para qué molestarse?).

También recordaba con cariño a la hermana menor que lo armaba constantemente mejorando su velocidad a cada intento. Le encantaba pasar tiempo con ella, pero, a decir verdad también le habría gustado que la chica hiciese algunos amigos.

Mientras repasaba cada persona que lo había resuelto se dio cuenta de que llevaba más de veinte años en la familia, la sola idea lo llenó de orgullo. Pensando en las cifras supo que lo habían desarmado 30 veces, armado por la vía correcta unas 500, abandonado a la mitad más de 100 y que tres personas fueron llamadas "tarado"...bueno, eso no era agradable, pero no se puede tener todo en la vida.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no sintió el leve empujón hasta que había
aterrizado en el suelo, luego vino la patada asesina, ese golpe descuidado que lo catapultó
contra la pared.

- Oye, siento decirte que el cubo Rubik ha muerto- dijo el hermano menor con morboso
placer.
- ¿Pero cómo?- replicó su hermana.
- Mi mamá lo tiró de la mesa, lo pateó y lo hizo trocitos contra la pared.
-Ah...
- ¿Ves?, a ver si ahora si te consigues unos amigos.
-En cuanto pueda, compraré otro- remató ella.

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Este breve relato va con especial dedicatoria a todos aquellos que saben lo que es dejar de dormir por armar sin parar un cubo Rubik.

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